lunes, 2 de julio de 2012

LA OSCURIDAD DE LOS GATOS ERA NUESTRA OSCURIDAD, de NILTON SANTIAGO (II PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA JOVEN FCJH)

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Si la poesía a veces puede convocar, reunir, celebrar, a los mejores de cada generación en torno a una práctica de creatividad y conciencia, sin duda en la Fundación Centro José Hierro esto se viene sucediendo como un modo de entender la gestión cultural y la proyección del arte y el pensamiento hacia una sociedad en precario en estas lides donde se prima el lenguaje como instrumento libertario, al servicio de la constelación de comunidades que integran una sociedad, y como posibilidad rechazar los fanatismos y absolutismos en favor de las gentes y los pueblos. Una gran labor la que realizan Tacha Romero, Julieta Valero y todas las personas que colaboran y participan de este emblemático y necesario punto de encuentro entre el arte y la vida. Se premia a los jóvenes, y eso me parece muy necesario hoy, que propones sus "preceptos" que diría Deleuze, para un mejor devenir-historia, devenir-mundo, devenir-libro. Prueba del buen criterio es su anterior ganadora, Sonia Bueno, cuya poesía se vislumbra con una solvencia y singularidad más que relevantes, con su libro, Retales. Ver crítica acá
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Y viene al caso, para celebrar este II Premio que otorga la FCJH, recordar las palabras del poeta bierciano Juan Carlos Mestre:
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La poesía es un acto de legítima defensa contra todas las formas de poder que han pretendido cambiar el destino ciudadano de la utopía y la honradez intuitiva de la imaginación. No tiene otro negocio la poesía, no tiene otro objetivo que el de seguir poniendo nombre a los sueños para que las estrellas sean algún día para quien las trabaja. Muchas gracias por haber estado de ese lado hermoso de la vida, del lado de la inmensa minoría, del lado de esa otra manera en la que aún ha de seguir siendo posible estar en el mundo; una sociedad que restituya la salud del bien a los lenguajes con los que cada ser humano interpreta, modifica, imagina y sueña los desafíos del porvenir. Del lado de la poesía, amigos, de la conciencia invisible y perdurable de la desobediencia al mal y el valor absoluto de la Libertad.


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Nilton Santiago gana el II Premio Internacional de Poesía Joven FCPJH

Reunido el viernes 23 de marzo de 2012, el jurado compuesto por Amalia Iglesias, Ada Salas y Jordi Doce, y actuando como secretarias del mismo, con voz pero sin voto, Tacha Romero y Julieta Valero, decidió conceder el II Premio Internacional de Poesía Joven al libro titulado La oscuridad de los gatos era nuestra oscuridad, presentado bajo el pseudónimo Shelley Álvarez, cuya plica, una vez abierta, correspondió al poeta Nilton Santiago.

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Seguir información acá
y acullá


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TAMBIÉN EL CORAZÓN DE BORIS VIAN ERA UNA ROSA ENFERMA

También el corazón de Boris Vian era una rosa enferma.
Venia cada noche a nuestras largas sobremesas, porque nos conocía muy bien
como el cuchillo de eviscerar conoce el intersticio de luz
en el vientre del pescado,
también Vian conocía la teología de los peces
y de los centauros y de las bicicletas, porque fue él
quien le dejó la moneda a Rimbaud cuando se le cayó su primer diente de leche.
Es cierto, Boris, quién conoce su corazón está enfermo
pero también el que arroja su tristeza en la boca del pescado,
como una moneda de hielo dentro de una valija de fuego,
o los que tienen el oscuro oficio de sacrificar a los caballos heridos.
Sí Boris, tuvimos amigos y heridas y amigos heridos,
quizá ahora pueblen los jardines que crecen
en esos mismos corazones que se negaban a bombear la sangre de los que fuimos
sí también tuvimos padres
y un nombre que preferimos olvidar a cada instante.
Ahora que te conozco bien, ya no compartimos nada
y si nos encontramos algún día en el mercado o quizás en la parada de bus,
es casi un milagro, eso que compartimos ahora que estamos juntos
y que ya no necesitamos el uno del otro
porque después del segundo suicido o del tercero,
es mejor acostúmbranos al oficio de sacrificar a los pobres caballos heridos,
a las rosas enfermas.

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 CONTRA EL MATRIMONIO, OTRA ELEGIA

pero qué inútil / tanta luz / entre dos
Jorge Eduardo Eielson

Como si la mesa del comedor fuese una gran ciudad y nosotros,
torpes y tiernos animales en las oficinas de correos,
que cada día ven pasar los mensajes de otros, los corazones de otros
en papel de embalar,
y entonces llorásemos girasoles por la mañana y girasoles por la tarde
y empezara a llover -a cántaros- girasoles y tú, de pronto,
sacas el mantel de un tirón, muy cabreada,
y los platos y los tenedores, como pesados edificios de metal,
intactos sobre la mesa
y la copa de vino llena de huellas dactilares, sin haberla tocado nunca,
(como un espejo al que pudieses pasar sus páginas de vidrio
y ver en lo que nos convertiremos si seguimos con esto)
y entonces, miras hacia otra parte y enciendes el televisor
porque aún es pronto para volver al trabajo
(nos enteramos, entonces, que han matado extrajudicialmente a un dictador árabe
en ¿defensa de los derechos civiles? y, claro, de la reacción “positiva”
de los mercados). 
Luego sales de casa dando un gran portazo.
Te has dejado el paraguas pero no vuelves
y yo tampoco quiero salir detrás de ti
pero lo hago, dejándome el corazón entre los platos por fregar.

Ah cariño, antes de marcharte, bajo la puerta, vi un destello azul
quizá sea la luz que juega con nosotros
cuando discutimos por la lentitud de los pájaros
y puede que sea por esa misma luz que tengamos que hacer éste, 
nuestro último viaje. 
Sé que has empacado nuestras heridas y mis huesos, -como espinas de pescado-
y mi soledad en un kleenex.
¿Cuándo fue que perdimos la batalla que nos convirtió
en estas cenizas enamoradas,
en esos espejos rotos donde aún podemos vernos juntos
aunque estemos totalmente solos?

Ahora lo entiendo:
hablando con ángeles es que te enteras que no existen.
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ESTA NOCHE HA VUELTO MI ANGEL A HUSMEAR LOS DESECHOS

En vano das de comer a las palomas del parque muertas hace años
de hambre y sed.
Es triste, lo sé, pero es posible que también tú tengas que morir
como los tristes animales de los laboratorios,
(como los desprestigiados chimpancés o los amables conejos albinos,
que, por sus grandes ojos y por su “bajo precio”,
son los más solicitados para el test Draize).
También ellos conocen el contenido de los cuchillos
y el contenido de los espejos cuando nos miramos y no nos vemos
y también las camillas repletas de bisturís y herrumbre
sobre la que los humanos, esos extraños seres, expiamos sus sueños.
Entonces, como un ridículo pelicano soñoliento,
entiendo, finalmente, la soledad de los grandes edificios abandonados
(sí Adam, como declaraciones de amor de las ciudades)
o el suave corazón de los gorriones al pronunciar tu nombre.
También tú has visto cómo las mariposas trabajan la soledad del hombre,
cómo su escalofrío penetra en nuestra espina dorsal
y en nuestros relojes blandos, perdidos en las horas,
entre desayunos fríos y camareros, muy mal pagados,
que cada día te hablan del atroz ángel que todos sabemos vive contigo
pero que, según dices, nunca has visto.
De pronto pienso en ti, en el blanco músculo de azúcar
que brotó de la piedra
para que la veas volar o, mejor aún, para que tan sólo lo imagines.
Sí, pienso en ti, como una fotografía recién nacida que se diluye entre mis manos
o como ese amable ángel que cada noche husmea mis deshechos
y me susurra al oído ese poema que nunca escribiste:
“entre la niebla
una barca hundiéndose / también yo parto”.

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Nilton Santiago (1979, Lima)
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