martes, 1 de noviembre de 2011

EVA CHINCHILLA, 4 POEMAS INÉDITOS

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Las fotos son de Evachin y denotan una fijación por las señales y pintadas. Los poemas inéditos de Eva Chinchilla.Hay diálogos posibles que propician aquí, ahora, esta hibridación.
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Muy recomendable visitar el Círculo de Tiza.
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Eva Chinchilla ha publicado verbo rea (2003) y participado en antologías como Hilanderas (Amargord, 2006) y Diosloscría (plaquette no venal, 2008). años abisinios es su segundo poemario. Forma parte del consejo editorial de la revista de poesía Nayagua que edita la Fundación Centro de Poesía José Hierro y de Ophelia, revista de teatro y otras artes. Desde 2002 prueba y disfruta –siempre en colaboración con otros artistas y a menudo bajo el sobrenombre de evachin– con el vínculo entre poesía y otras artes. Es integrante de ZCTZ, zírculo inestable de tiza. Combina escritura con algo pa-recido a la docencia: talleres de poesía, escritura creativa, arte y palabra. Nació en Madrid (1971).
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No tan blanca elección (not so white, the election)

Entendemos ese sea el gran cometido
añadir algo que no sea solo sangre a la nieve
y que de ser acometido no lo sea únicamente
con pureza

Dos ejemplos:
Conversar con Emily D. después de Uma Thurman en Kill Bill

Y esto que añadimos, de tener un color sería imaginario: resultado del recuerdo
- ¿destilado?- de toda la gama que la naturaleza acerca al rojo a través de frutos de la huerta y flores y bayas -venenosas o no-
y de todas las sangres que hemos visto –las menstruales harían de base-
y ese color que solo puede existir/ ser acto si es envuelto por cada existencia y desenvuelto en ella

ese, sobre la nieve

más  el segundo ejemplo: 
conversar con Tarantino después de Emily D.



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Saluda, venga esa mano
suelta
lo que llevas dentro.
Otros se empleaban a fondo con sus puños mientras
tú te llevabas lo mejor de allí
¿Encuentras siempre el asa para agarrar al vuelo
lo que contiene el aire o es más simple, eso se posa, se abraza a tu mano, mejor
dicho sube en brazos, sí, en brazos de tu mano
delicada, firme, mano que va al bolsillo
y espera, sin nada aparente
que decir? Y luego a casa, juntas,
a un lugar seguro donde pueda abrir la boca, tu mano.
A mí no me engañas, lady, donde te crees que vas
con esos aires
de don nadie, quédate y habla, sabemos que fuiste
su confidente y si te empeñas en demostrar
que no transportáis, tu silenciosa mano y tú,
sino la nada
de un lado a otro de la sala, del bar, de la ciudad, del cuadernillo negro
ese que te han visto desenfundar
los días en que te cansas de fingir,
si te empeñas, entonces te pediremos
silencio
qué importa si fue todo lo que te llevaste o no, una mano que se pliega
en embrión
y se retira sin despedirse es sospechosa, cómo creer que todo sigue igual,
que no hay mensajes nuevos
refugiados
en ella, nos ofendes, no puede uno llegar e irse así como así,
con las manos vacías, ja.
Abre tu mano, nena. Tú nos dejas tranquilos y nosotros
te dejamos marchar. Sea cual sea tu botín, tendrás que repartir.
Abre tu mano, sí, abre tu mano, nena, así.


(publicado en la revista La Hamaca de Lona, 23, 2008)
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al autor de la Balada del viejo marinero


Cada uno de nosotros, si algo era al llegar, esto era: una fuerza vital con un objetivo.

Y lo poníamos a brillar sobre la arena.

Cada una, cada uno, con su pequeño sol consigo, cuando llegamos. 

Luego los objetivos empiezan a parecerse unos a otros, a intercambiarse unos con otros

se confunden, 

saben yacer entremezclados, aprenden a ser
abandonados, a ya no ser,

diluidos.

Escribíamos versos, y lo hacíamos bien, cuando llegamos.

Luego los objetivos se confunden. Nuestras firmas heridas ya no cicatrizaban sobre la arena con agua y sal,

poetas extraviados, sólo al reconocernos los unos en los otros gritábamos
tierra. Lo que era tanto como haber matado al albatros.   



Si alguna poesía nos queda ya, es la de la duda.
El paseante se detiene. Encontró algo. Lo ha recogido y tiene la firme intención de coleccionarlo, luego no era poema.
                                                                       No hay más. No hay ya más
poseía
poesía. Si alguna posesión nos queda ya, es la de la deuda.







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Huidiza

De niña volabas haciendo círculos sobre tu presa -un fragmento de adulto o de ventana-

A tu poesía le sentaba bien lo circular: un nido, una naranja, una tela de araña, enfocar con  linterna  o mirar mucho y seguido hacia arriba
hasta  que las fachadas se inclinaran a tu paso -todavía se inclinan-


Tú nunca has puesto en un poema
qué era mirar de niña a la vidriera redonda –rosetón no te gusta-
cuánto se iba de ti detrás de la luz del poema

-si escribiera tercetos sería así, solo aceptando la rima de la palabra-rima, un antes y un después de las sextinas de Brossa-


Qué era mirar de niña a la vidriera redonda
cuánto se iba de ti a la luz del poema, ante la luz del poema
bajo la luz del poema

y así con todas las preposiciones pero 
no lo escribes  porque
todavía temes saltarte alguna y
te sientes incómoda si
no  sigues un estricto orden lineal y aunque
no quieres luchar,  pronto han venido a atacarte un montón de conjunciones  (las palabras que 
en esta estrofa están colocadas  al final de cada verso porque
tú tratas de esquivarlas cambiando de verso cada vez que
aparecen ) aunque 
ya seas adulta


cúanto se iba de ti con la luz del poema
contra la luz del poema
huir

-Estás a contraluz. Así no va a salir la foto de tu niña poeta

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