miércoles, 21 de septiembre de 2011

MIGUEL ÁNGEL CURIEL: LOS SUMERGIDOS (y una lectura de aproximación)

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He preferido hablar de cosas imposibles
porque de las cosas posibles sabemos ya demasiado.
Silvio Rodríguez
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Hoy se ha presentado en Valencia el nuevo poemario de Miguel Ángel Curiel y dejo aquí unas palabras, ligeras y fugaces, sobre una aproximación que fue recientemente mi lectura del libro. Para nada agotan ni sustituyen otras posibles lecturas. Mi recomendación es leer morosamente sus páginas. Y espaciar el retorno. Volver cuando el sí y el no, hayan dejado en el espesor del presente un suficiente pasadizo. La relectura (hoy volví, después de dos meses y medio) trae consigo el acontecimiento.
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Víktor Gómez


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En La nube habitada, Antxo Pastor, nos deja una selección magnífica del libro Los sumergidos,
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acá
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UN PUENTE

Tiembla un puente.
Como tú.
Tiembla
y nunca se parte.
Debemos temblar
para no rompernos.
Ser más allá
de nosotros.

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Miguel Ángel Curiel
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PRESENTACION DE LOS SUMERGIDOS
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Por Víktor Gómez
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"En los niveles más bajos,
la señal más oscura."


M. A. Curiel
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ANTES que una palabra sumergida, lo que deviene del dictum de Miguel Ángel Curiel es una aérea palabra. Vencida al aire, expirada como un beso, una lágrima, un si. Otra cosa sería preguntarse o preguntarle al poetizar de Los sumergidos por su origen, su errar, ese nomadeo subacuático de piedra lanzada al mar, piedra animada, carnal, como lo son los que en verdad son hijos del daño, esos que aman contra los pronósticos y las glorias, desde lo irrefrenable, lo imposible, lo posible verdadero. ¿Existe poesía que no sea de una sola desnudez, amorosa, política y espiritual? ¿qué permite al poema, una vez expulsado del blanco de la hoja, habitar la memoria, transformar al lector y ser a su vez herida de salud en otro ser? ¿es la poesía anticipación de lo pasado y vivencia de lo por venir? ¿será el amor –capital de lo irracional− la fuerza de voluntad que se expresa sin las ataduras de la conciencia de la tribu, como el exorcismo de tanta realidad sin sentido? Este preguntarse o preguntar quiere eludir lo grandilocuente y también o sentencioso. Será un no saber natural, un temblor, no un estadio de magnimidad, menos aún de poder.
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No es el amor sino un impoder. Así se advierte frente a sus contrarios, el tiempo que no se detiene, la distancia que no se reduce, lo social que no se somete, la superficie que no lo respeta. Los sumergidos es un libro de amor y de insurrección. “Oscuridad y nieve” leemos en un poema.  Instintivamente, desde otros libros anteriores hasta este singular y rebelde por demás, leo en la poética, en todos y cada uno de los poemas de Curiel una voluntad y un silencio. Tensan el arco y lo que sale disparado es la vida del lector. La voluntad de Los sumergidos es la de amar la vida, defenderla de la violencia antinatural y exponerla en la pureza de las aguas sumergidas tanto como en las embarradas orillas de lo cerval. La nostalgia domina en este libro gran parte del cuerpo. Porque la poesía de Curiel es un cuerpo resuelto en “oscuridad y nieve” que se deja caminar sólo por quienes no temen sumergirse. El silencio es un habla difícil. Guardaremos ese secreto, ese dilema. Se quiebra la boca que quiere decir lo que no se ha vivido, así como se impone la afonía cuando queremos leer por otros lo que sólo ellos pueden leer.
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Antes de acabar este acompañamiento, decir dos cosas sin importancia. Que yo también “me puse el pan en la oreja y oí pájaros”. Los pájaros de la amistad vuelven en cada lectura, permanecen en cada impertinencia del amante frente a la mercantilización de ”la belleza y la justicia” (así definió Gamoneda la poesía en su discurso de recepción del Premio Cervantes) y que esa amistad, la última, que emana del vínculo umbilical de los amantes, tiene vuelo aquí y ahora, entre vosotros y el libro. Y la segunda cuestión, una deuda de oscuridad, me obliga a constatar que no existe poesía difícil y poesía fácil, poesía clara o poesía oscura. Sólo existe buena poesía y el resto. La buena poesía es un ejercicio de veracidad y creatividad que no admite sistemas, prebendas, cánones o taxonomías (pero exige un lector atento, moroso, reincidente). Es hija de la libertad, se disciplina en la soledad sonora y se extraña en el presente, porque su atemporidad la aleja de lo previsible. Si la vida es compleja y denso el ahora nuestro de cada día, ¿cómo puede ser una palabra, un espacio, un acontecimiento, un encuentro, en el que el libro y tú, dialogáis, sin tapujos? 



"Cada palabra es un nudo 
de misericordia que se cierra 
sobre sí mismo"
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M. A. Curiel


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Gracias a todas y todos por la asistencia. Disfruten de la lectura y su retorno más sabroso aún.
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