domingo, 12 de junio de 2011

LA PECERA SUBTERRÁNEA, de PILAR FRAILE. Aproximación y lectura.

Si Terry Eagleton nos sugiere en Cómo leer un poema que

Un poema es una declaración moral, verbalmente inventiva y ficcional, en la que es el autor, y no el impresor o el procesador de textos, quien decide donde terminan los versos

hoy celebro la lectura, exposición oral de la autora y relectura de La pecera submarina.

Tocuhe!, poema, me has llevado a esa incomodidad, a ese entrever, alteración del mirar, del  sentir lo oculto o imperceptible y me has evidenciado cuánto hay detrás, cuánto subyace en nuestro presente amenazador, inquietante. Y más.







Vivimos en su pecera subterránea. En la habitación mohosa y abisal que siempre permanece cerrada porque van a venir los invitados.
(fragmento de 37)





Espera y devenir: visita (aproximación) a la Pecera subterránea

el mundo existe porque existe el libro
J. Derrida

lo privado es público
J. Butler

El autor es responsable de lo no-escrito
E. Jabès



1

un círculo que enmarca otro círculo. aguas con vida bajo tierra. un lugar en el no-lugar.
se observa vida-muerte, luz-noche, lo privado-público, lo ajeno-propio, lo no-escrito-escrito que hablan, datan, sin fecha. los marcos móviles muestran insectos, vísceras y océanos bajo el mundo de la realidad… lo real son las multiplicidades del mirar: la extrañeza es el hogar donde la voz nos interpela, donde impaciente espera entre dos silencio una visita imposible.






2

es hija del vértigo y la caída del sueño al despertar, signo, imagen, partitura de los partos, nana de misterio y “memorias microscópicas”. no la alucinación:
metamorfosis de la metamorfosis.


3

desenterrar la aún viva sangre, emerger en ella, auparse sobre un “millón de cadáveres” suciedad y resplandor, ser temblorosamente un cuerpo lacerado, desde la herida colectiva del daño que aúlla.



4

espectro, bestia, la pared-malla traza el violento marco de “su inexplicable geometría”; la imaginación creativa por lo real, esa esperanza que dibuja es la libertad y es la insurrecta consciencia del prisionero:
el miedo al durmiente muestra los límites…









5

miedo y límites, las razones no bastan, las palabras no son suficientes para subir por encima de la asfixia, ¿ahí nace el poema? ¿no es la fragilidad, las primeras derrotas, donde la tinta se vuelve música de sentido, alarma, voz poética? un si que sube resbalando por el agujero al fondo de lo innombrable, donde pueda la vida comenzar otra.



6

un incendio, la escritura: quemados todos los nombres, comenzar desde el cuerpo un diálogo.



7

nacer con un grito, ondas que abren ondas, se expande, atrás queda el círculo cerrando otro círculo. ese enjambre alrededor sigue zumbando sobre las páginas nos pregunta. Dije zumbido, que es “decir hambre, ceguera, escombro.”


8

las palabras se han deshecho. ni cuerpo ni voz quedan. de la inútil querencia, desasosiego, tiempo, La pecera subterránea deviene en burbuja, posibilidad-canto, lejos del “maná de las pantallas” su oralidad es península de nuestra escucha; desde nuestra intensa atención pervive, insiste en nuestra respiración al sumergirnos en su poética subterránea.

Y parece que en esa delicada atención quizá nos salvaríamos de vivir solamente una realidad superficial. ¿Lo comprobamos?



Víktor Gómez, Valencia a 4 de junio de 2011









Mi durmiente bebe saliva de las moscas. Bebe del vientre de los escarabajos mientras sueña con muertes estelares. Con muertes-luz.
Se viste con los miembros de los cadáveres que el río trae a la orilla de su sueño.
Prueba unos ojos, otros y otros ojos de mirada oceánica.




5

Mi durmiente sueña con su esqueleto flotante. Sus miembros transparentes rodeando por las copas de los árboles. leves, ascendentes, como en una melodía barata. Hecha para conmover a los niños.
Sonríe con sus cartílagos tiernísimos. Saluda desde lo alto. Desde cada lugar donde han ido a parar sus partículas de materia celeste.







6

Debajo de las uñas, entre el vello más oculto tengo memorias microscópicas. Como si fuera de goma estiro mis muslos, hablo con sonidos desconocidos, me esfuerzo, imito una sonrisa. Para ocultar mis minúsculas
memorias trinchera
memorias paritorios a la intemperie
memorias marcas de la soga en la cerviz
memorias madre amasando pan
madre tosiendo bajo las sábanas oscuras
madre no rezando.








14

Pero hay hambre en nosotros.
Con estiércol y a la luz de lámparas podridas alumbramos la pared lisa y vidriosa; intentamos hacer en ella un dibujo, una silueta.





36


Crecemos sobre nuestras patas insecto para dar de comer a los pequeños reptiles, a las crías de los vivos. Crecemos sobre nuestras patas de insecto, sin hambre ni memoria. Limpios de corazón y de grasa bajo la carne.

Crecemos entre los juncos metálicos, entre los plásticos visionarios.
Nuestras oraciones son idénticas al murmullo de los amantes electrónicos.



La pecera subterránea
Pilar Fraile Amador
Ed. Amargord, 2011