lunes, 25 de abril de 2011

INÉDITO de Miguel Ángel Curiel

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SUMERGIDOS


El ruido del agua, así le dije a alguien esta mañana que se titularía mi nuevo libro. Chapotear o beber con las manos. A veces un texto transparente, muy cristalino, así las palabras dejan ver a través de ellas. No nos quedamos entonces en el signo retorcido de una caligrafía demasiado difícil. Que no sean estas palabras el fondo sino la superficie. ¿Puedo así agitar un poco tu espíritu hasta dar con un cuerpo cristalino? El ruido del agua. ¿Y de que hablaría un libro con ese título? Me he imaginado a dos amantes que se sumergen e intentan hablar debajo del agua. Los ojos muy abiertos, como si intentaran respirar con ellos todo el aire que tomaron antes de sumergirse. Burbujas que encierran palabras de amor cuando ya no queda aire. Los ojos se abren aún más e intentan respirar lo que ven. ¿Qué pueden decirse sumergidos, agarrados el uno al otro para no ascender a la superficie? Intuyo lo que podrían decirse, sólo lo intuyo, pero jamás lo sabré verdaderamente. Cadenillas de burbujas que se rompen en el aire. Esas palabras de los sumergidos eran sólo aire, transparencia, vacío del amor. Ni siquiera yo he podido iluminar con mis palabras una pequeña habitación oscura, pero los sumergidos si han iluminado de silencio el agua. Ahora emergen y vuelven a tomar una gran bocanada de aire nuevo. El libro entonces debería titularse Los sumergidos. Solo debajo del agua pueden decirse lo que no son capaces de decirse fuera.

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Inédito de Miguel Ángel

-2011-

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