martes, 2 de noviembre de 2010

ELADIO ORTA EN PERFOPOESÍA 2010





callada y triste como una niña sin respuesta busca la lluvia mi abrazo y recorremos la arboleda rompiendo versos a pedazos escribiendo mal a conciencia porque bien ya otros lo hacen y no ha ocurrido nada

tan solo
han levantado admiraciones


De: Eladio Orta, Resistencia por estética, 7 i Mig, Valencia, 1999.

ELADIO ORTA EN PERFOPOESÍA 2010

Hay una poesía, que menudea en nuestro país, que todo lo que hace es predisponernos a la resignación. La de Eladio Orta, por el contrario, se ha querido convertir en incendio conforme más cava –tierra y sangre adentro– más allá de lo que a las palabras les es permitido decir.

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Irremediablemente escrita con los dientes, hinchada con dolor en su propia vena yugular, la poesía de Orta viene escarbando desde hace años una insobornable rebeldía: la que viene acompañando la aparición de libros como Resistencia por estética (1999), + de poemas tontos (2003), Sincronía del solejero (2004), los "27 poemas exteriorizados" de Leche de camello (2005) o –más recientemente– Vacío tácito y Antisonetos (libros, los dos, publicados en 2007): textos fundamentales en los que el lector de los poemas que aquí siguen debería rastrear las huellas de una profunda y creíble rebelión.







Pasto para el fuego, aguijón envenenado, traductor del médium, materia de estiércol y llaga de la boca: cinco maneras para aproximarnos a una práctica de la poesía decididamente dispuesta a liberarse –retorcimiento del habla y su sintaxis, por en medio– de los servilismos del lenguaje en un tiempo como el nuestro. Perturbador, abrupto y áspero (esa corporalidad grotesca y subversiva que críticos como Méndez Rubio ya detectaron en su obra anterior a 2004), y al mismo tiempo familiar, tierno y totalmente reflexivo, el verso de Eladio Orta tiene su única patria en el incendio de las cosas y el mundo. Quizá en derrota, pero nunca –irreductiblemente, nunca– en doma.

Hay un tipo de poesía, que menudea en nuestro país, que todo lo que hace es predisponernos a la resignación. Existe otra, por el contrario, que jamás ha podido olvidar el sabor de la sangre. Ante las asesinas amenazas de la invasión en las marismas, las fracturas de la palabra vuelven radicalmente crítica la textura agrietada con que aquí se muestran la tierra y su lenguaje: es entre la llama y el silencio donde este proyecto de escritura –valientemente rebelde como pocos– se atreve a crecer con su veneno, y consigue resistir.

-Enrique Falcón-



(Texto extractado de rebelion. org, aquí)