miércoles, 29 de abril de 2009

EDUARDO MOGA y JULIETA VALERO en la revista PING PONG, nº 9

-- -- La revista Ping Pong me llega de mano de Marcos Canteli, pues suelo seguir asiduamente sus recomendación y propuestas de lectura en DANDO LA VOZ. Nuevamente acierta. En su número 10, además de poemas del propio Canteli (ver aquí) hay una selección muy variada. Algunos autores imprescindibles y otros de dudosa sostenibilidad en el tiempo. Ese carácter plural al menos es más abierto de lo que son ser los canales convencionales.  Dejo sólo dos muestras... (También intenté releer, pero no puedo, algún poeta local encumbrado:  demasiado metal -tan frío y pesado-para mis flojas manos). --- [caption id="attachment_1800" align="aligncenter" width="400" caption="NUMERO 9 POESIA REVISTA PING PONG"]NUMERO 9 POESIA REVISTA PING PONG[/caption] SEGUNDO INTERLUDIO: «LOS HAIKÚS DEL CIEGO Y EL PERRO» -- -- El ciego mete al lánguido mastín bajo el asiento. El perro quiere salir, pero el ciego es inflexible. El ciego ve otras oscuridades. También el perro. Se mueve el perro y, minuciosamente, se mueve el ciego. ¿Transcurre el tiempo entre el paso del perro y el del ciego? (Y un corolario afín) El tuerto ¿ve tan sólo la mitad de lo que existe? [Los haikús del tren,Almería, El Gaviero, 2007] EDUARDO MOGA. Ver aquí sobre el autor. --- ---- [caption id="" align="alignnone" width="500" caption="JULIETA VALERO"]JULIETA VALERO[/caption] ---

Canción del empleado

(fragmento I)

Somos perros que abandonan perros. Discurrimos por senderos que recuerdan el sonido de los enjambres. A los dioses no les aguarda un futuro mejor.

I

Voy a morir y ésos son mis linajes. He venido a un lugar donde la belleza se mide en piedras de hombre para decirme; he venido y permaneceré hasta trazar un contorno con las partículas de lo invisible; un contorno que me declame: rostro, olor, vulva del pensamiento. He venido a nombrarme justo antes de que mis ojos se abran para siempre. Porque no nací hija de patricios, aunque guste de los frutos del mar y también simpatice con la avena porque no tuve habilidad para burlar a los mercaderes y no hay perdón, pues conocía las epidemias que esparcen porque voy a morir de un mal elemental y va a ser en ausencia de héroes. Ocurre algo sencillo y terrible: el hambre condena, el frío condena hay una muerte antes de la muerte y es este comercio salvarse del hambre y el frío condena y en las horas se da una mudanza genocida donde pierden la vida vida e imaginación. No de niña y no sé cómo pero creí finalmente a los nigromantes que gritaban desde las crestas de la ciudad que la gesta había muerto, que la pasión es un tumor. Julieta Valero Más sobre ella: aquí --- ---

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