viernes, 6 de febrero de 2009

LUDWIG HOHL: Matices y detalles




“Que tendré lectores, y en el sentido más riguroso, está fuera de toda duda.Lo que no sé es simplemente cuántos y cuándo.”
Ludwig Hohl



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En estos tiempos en que la literatura cada vez se diferencia menos de cualquier objeto de consumo y el alcance de un autor se mide más que nada por las ventas de sus libros, la figura del escritor de culto, desconocido entre el gran público pero ensalzado por algunos iniciados para los que su nombre viene a ser la contraseña a un mundo más puro y secreto, sigue gozando (y puede que no sea paradójico) de llamativa popularidad. Pocos encarnarán esta figura con el rigor y la autenticidad del suizo Ludwig Hohl, french poète maudit donde los haya: desde su juventud se consagró a escribir con una determinación inquebrantable y soportó infinitas privaciones, viviendo durante meses sin luz eléctrica y alimentándose de pan y agua; durante veintiún años habitó un sótano en Ginebra que hizo de él una leyenda y contribuyó poderosamente a reclamar la atención para su obra. Lo cierto es que en muy pocos casos el valor intrínseco de la obra estará tan a la altura de la leyenda existencial. Como corresponde al escritor de culto verdadero (y no al mero gruñón sin lectores), Hohl fue recabando el entusiasmo y la admiración de los mejores escritores suizos, que le ayudaron a salir de la pobreza, y en sus últimos años del sagaz editor Siegfried Unseld, que lo adoptó en la marca Suhrkamp y quiso homenajearlo, el año de su muerte, reeditando su obra magna con el señero número 1000 de su colección de bolsillo.








(Madoz)

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Desde Max Frisch hasta Peter Handke, abundan los autores consagrados que peregrinaron hasta el sótano de Hohl; sus elogios suelen ser contundentes, como la tan citada afirmación de Friedrich Dürrenmatt (que le pagó numerosas facturas y lo acogió en su casa en más de una ocasión) según la cual “Hohl es necesario, los demás somos contingentes. Nosotros documentamos lo humano, Hohl lo establece.” Menos lapidaria, pero algo más precisa y premonitoria, es la conclusión de la reseña que Albin Zollinger dedicó a la primera edición de Matices y detalles, allá por el sombrío año 1939:

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“La implacabilidad con la que piensa hasta el final, la singularidad de la visión, la desenvoltura con la que al pensar desde una posición original deja de lado lo habitual, son rasgos que otorgan a este librito el signo de lo extraordinario. Tendrá pocos lectores y admiradores, pero de valor; sienta las bases de una obra que crecerá despacio y un día se alzará con proporciones firmes e imponentes como un caso único en las letras suizas. Alberga el perenne triunfo, en tempo y duración, de lo esencial. Ludwig Hohl tendrá esa singular ‘fama desconocida’ que crece en profundidad y no a lo ancho.”




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Ludwig Hohl nació en el cantón suizo de Glarus, al pie de los Alpes, en 1904; su padre, pastor protestante, disfrutaba de una posición económica desahogada (fue uno de los primeros dueños de automóbil del lugar). El carácter hosco e insobornable del joven Ludwig parece haberse manifestado muy tempranamente: fue expulsado del colegio por sus tendencias rebeldes y acusado de ser “una mala influencia para sus compañeros”, se negó a aprender un oficio y, decidido ya a ser escritor, marchó a París y vivió a fondo la bohemia de entreguerras, alternando la vida nocturna con hazañas deportivas y anotando sus avances en todos los campos en los que se cultivaba con igual fervor y disciplina: la lectura y la reflexión, pero también el alpinismo, el alzamiento de pesas, la natación y la bebida. Hohl fue toda su vida un deportista consumado: durante los años veinte culminó numerosas ascensiones alpinas en solitario (cuyas huellas están muy presentes a lo largo de su obra), y todavía en 1949 dos testigos certifican que ha cruzado a nado el lago de Ginebra en 2 horas y 18 minutos. Fue también un bebedor tenaz y concentrado, lo cual es contradictorio sólo en apariencia: su ética del trabajo está basada en el axioma de que todo es obra en la medida en que despliegue fuerzas creativas o implique un esfuerzo de superación, y el cultivo de sí resulta independiente de la modalidad en que uno explora límites espirituales.







Que Hohl anotara tanto sus ingestas alcohólicas como el número de kilos que era capaz de levantar con cada mano es también significativo porque anuncia el que va a ser su género más propio y personal: el apunte o nota, que en su destilación a lo largo de sucesivas revisiones adquiere una inusitada densidad filosófica y poética. Si bien en un principio Hohl escribió y publicó poemas y relatos, pronto fue decantándose por los apuntes. Durante su exilio económico en La Haya, entre 1931 y 1937, redacta el grueso de lo que luego sería su obra publicada, y puede decirse que hasta el final de su vida no añadiría nada nuevo; el trabajo de ordenar, transcribir y corregir las incontables notas garabateadas sobre periódicos, servilletas y facturas a lo largo del tiempo en que no tenía ni para papel le ocuparía en algún caso incluso décadas.

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Seguir el prólogo del filósofo y traductor vizcaíno IBON ZUBIAUR en la web de DVD Ediciones,

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MATICES Y DETALLES

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PRIMERA PARTE



1



¿Es que uno que no sabe hablar (bajo ninguna circunstancia-) va a saber escuchar?




2


TRABAJO: no es un fantasma, como creen los que no trabajan. Sino un amigo, un consuelo, con una apariencia dura que da miedo.




5


Cuántas veces - y me parece, de cuántas maneras diferentes- he tenido que hallar que cada cual debe aportar algo no sólo por razones sociales, sino sobre todo por sí mismo.




9


(Al empezar una y otra vez la misma empresa:) "Todo comienzo es difícil." ... y el final es más difícil.




19


También los vidrios, bellamente quebrados, son hermosos.




SEGUNDA PARTE



3


HACER ALGO BUENO. Poder reconocer lo que a uno mismo no le hace falta, pero a otro, que es distinto, le hace falta, como necesario.





4


HACER ALGO MALO. Hacerle a uno un remolque con su pasado, poner todas las piedras que se puede hallar, atar después-: y demostrar a dónde no se puede ir éste.





5


PELIGRO. Cuidado temeroso ha de tenerse con el influjo emoliente, confortante, adormecedor del primer plano.




12



Perpetua búsqueda de la legalidad y conocer perpetuo; conocer esta búsqueda y con ello la legalidad misma. Lo variado, lo siempre nuevo, la bendición que nunca falta del esfuerzo-: cualquiera puede trabajar, siempre.





13


Esperanza del desesperado (por mecánico) intentar, del ordenar, del extender la materia: no sólo "con el tiempo se sabrá", sino también: con el espacio se sabrá.





TERCERA PARTE



2

LITERATURA CLARIFICADA. Es estupendo que el vino aclare -el vino requiere esa clarificación que con tanta razón elogiamos. Pero una vez ví un hombre -quizá fuera en Zurich- que, con el rostro triunfalmente alzado para recibir el elogio de su pureza, dejaba correr agua entre sus manos, totalmente clara.




15

Lo más candente:

"Acontecimientos intelectuales": ¡No resultados, sino camino!

¿Quién podría decirle a la juventud que el aprendizaje - y el aprendizaje del aprendizaje- lo es todo, no lo aprendido?



1931-1935


LUDWIG HOHL
Matices y detalles
DVD Ediciones
Traducción y prólogo de Ibon Zubiaur




2 comentarios:

Stalker dijo...

Precisamente lo tengo en la mesita de noche, y amenaza con ser una grata lectura para mis insomnios.

Buen viaje lector también para ti.

Víktor Gómez Valentinos dijo...

hay escritores, personas al fin y al cabo, cuyo pensamiento se libera de corses y prejuicios, desnudando un pensamiento crítico e iluminante que nos revuelve del butacón de la siesta. Ahí Sánchez Ferlosio o el propio Hohl, con tan distintos estilos, perforando la maraña de lo convenido y previsible.

Siempre es grato compartir contigo con/versa.

Un abrazote

Víktor