Prosa profana
Lo milagroso –si
es que hay auténtico milagro en esta prosa profana- no
es que la vida persista con sus ruinas y su rutina a cuestas: su disparo en la nuca/
la agonía sin sepultura en el oprobio diario incluso de las plegarias
(orando a unos ángeles venideros).
Lo milagroso no es que abra mis ojos repletos de madrugada y estés a mi lado respirando tu penúltimo sueño. Tampoco que los siglos sigan abriéndose surco sobre un tiempo sonoro de derrotas/ y los sepultados se aferren a los hilos deshilachados que les permitan subir al cielo –si es que hay cielo en la cuadrícula donde rezamos a nuestros muertos-. Ni siquiera
que sigas batiéndote en retirada entre las sábanas/ con tu desafío a la noche despierta. O que haya comunión y no sólo lejanía. No es que la sangre se derrame sobre el cáliz
de los abatidos/ que el incendio no se propague sobre todos los altares –y lloren las estatuas/ y bailen las vírgenes y no haya –o siga sin haber- milagro.
No es que haya aire –algo antes del crepúsculo donde combaten dioses y humanos
ni tampoco
que crezcan las lápidas y las lapidaciones/ los templos y los destiempos/ las tumbas en la lluvia/ o vos dándote la vuelta para respirar todavía la noche sobre la que escribo para volver a creer.
Lo milagroso –digo: si es que hay milagro- es que a pesar de las omisiones y los pronósticos/ a pesar de los catecismos y las liturgias solemnes/ la belleza no sea un milagro contra todas las evidencias.
Feliz año nuevo,
Arturo
http://arturoborra.blogspot.com
Bitácora de Víktor Gómez “Valentinos para compartir noticias, actos y novedades culturales, escrituras, encuentros literarios, presentaciones de libros, crítica y reseñas y otras varias curiosidades.
miércoles, 31 de diciembre de 2008
ARTURO BORRA: Un poema en prosa
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ARTURO BORRA
RAFAEL CAMARASA nos felicita el año con un poema inédito
TAMIZ
Hoy ha llovido. El río viene con ramas y hojas,
con pequeños tallos de arbustos que arrancó la tormenta.
Meto la mano en el agua y, contra mi palma,
se agolpan algunos despojos.
El río es todo.
El tapiz impuro que queda y la transparencia que se va,
y si sabes eso, ya es algo:
hay dedos que huyen de su hojarasca.
A veces no basta una vida para aprender
en qué punto hacer un dique con la mano.
Pero aún quedan horas de luz para intentar
abrir los dedos lo justo,
y que se estanquen las hojas
y que el agua pase al otro lado,
y moje las manos que, no sabes cuándo,
se hundirán en ti como en un río.
La vida secreta (Inédito) 2008
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RAFAEL CAMARASA
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