sábado, 13 de diciembre de 2008

DEUDA


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Para saldar una deuda
es otra la llave, ningún
salto atrás, pérdida no
asumiendo el pus frío
en la mano sin tacto.

Conoces su debilidad:
eres tú.

Afilada, por un costado
entras. Aún no duelen.
Días de convalecencia:
¿querría la fiebre dormir
al niño asesino? Sus uñas
negras
me tienen cogida por
el cabello
y en las ingles dibujan
una guitarra descordada.

¿amas a la que te roba?
¿Tendremos que tirar
por la borda de un octavo
aquellas fuentes envenenadas
que alimentaron los peces
de nuestra juventud?

Un hombre, puede. Una
mujer, puede. Juntos.
La madrugada les ata
a esa calle sin retorno del rescoldo
en la ruina del solar.

Desde la ventana
las lágrimas que caen
han vencido
todos los demonios menos
el miedo a desmembrarse.
El miedo tiene
nombre de paraiso en la sombra
de una higuera.
----- Qué limpia ceniza.
----- ¿Hubo yerba bajo nuestra cama?

... hasta que las pezuñas
de ciento ochenta reses
arrasaron el sábado
inconcluso. Sus horas nativas
aún sin sol.


Una impronta de Víktor Gómez