martes, 26 de agosto de 2008

ANTONIO PEREIRA. Con torpeza del niño que me mira y admiro

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ANTONIO PEREIRA, nació en 1923, en Villafranca del Bierzo (León). Sus primeras publicaciones son poemas que ven la luz en las revistas Espadaña y Alba, y por el camino de la poesía continuará en sus primeros libros, reunidos más tarde en el volumen titulado Contar y seguir (1972). No obstante, es la narrativa -el cuento, especialmente- la que le ha valido un reconocimiento más amplio. De su tierra natal aprovecha una rentable tendencia a la oralidad, puesta al servicio de lo universal en un variadísimo repertorio de relatos que van desde lo autóctono hasta el más lejano exotismo.

«Yo sé que no resumo
una fácil belleza.
Pero otro canto ahora
de qué me serviría»





Hizo falta este agosto sin orillas
en la mañana que no mueve el viento,
estar en vacación desde la nube
hasta la paz tendida de los huesos.


El sol parece quieto en su camino.
Ningún latido en el compás del tiempo.
Repliego la mirada hacia mi hondura
y es un niño sin voz lo que contemplo.


Torpe para nadar, le duele el agua.
Torpe para los saltos y los juegos.
-Torpe, torpe…-
le dicen. Y él me mira.


Tiembla una luz delgada entre sus dedos.
Nunca se alzó bastante hasta los nidos.


Torpe, si no era en alcanzar los sueños.
Agua miope y dulce va a sus ojos.
Yo me conozco naufragando en ellos.






Antonio Pereira