viernes, 27 de junio de 2008

Eduardo Milán arrasa el sistema por Edgardo Dobry



Eduardo Milán, Índice al sistema del arrase, Ediciones Baile del Sol, Tenerife, 2007, 68 p.

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Todos los poetas quisieran ser el último poeta, destruir la poesía o cerrarla para siempre —Joyce, al publicar Ulises, dijo que tendría a los críticos ocupados durante los siguientes trescientos años, deseando que por ese tiempo nadie leyera otra cosa que su libro. Milán en esto no es una excepción; pero sí es del todo excepcional que él, calladamente, sea por fin ese último poeta o, mejor pensado, el primero de una nueva estirpe: la de los que hacen poesía después de que la poesía haya dejado de existir. No se trata ya de “antipoesía”, dado que, para que exista un anti, tiene que estar la cosa positiva a que se opone, como mostró el mismo Parra al titular su libro Poemas y antipoemas (1954); tampoco podemos hablar ya exactamente de la memorable ironía del nicaragüense Carlos Martínez Rivas, que en La insurrección solitaria, contemporáneo del mencionado libro de Parra, dice: “Ya sé yo que lo que os gustaría es una Obra Maestra./ Pero no la tendréis. / De mí no la tendréis”. Milán escribe en una época o en un ciclo en que el concepto de Obra Maestra —incluso quitando las mayúsculas— ha caído tan en desuso como el de belleza y el de gran poesía. El periodismo sigue usando estos conceptos, que rigen aún para la industria literaria, pero no para el poeta que, como dijo Lezama, mira en la poesía. La poesía, o lo que se sigue llamando así pero es ya otra cosa, sólo puede existir como lugar de resistencia a eso que pasa. No se trata de ninguna militancia ni de un combate contra nada, sino de una constancia en la resistencia sin la cual no hay escritura válida cuando se trata de poesía. Lo escribió el propio Milán acerca de Hugo Gola: “La historia de la poesía latinoamericana es, también, la historia de algunos poetas que cultivan un lenguaje al margen de la fiesta del mercado.” Ese “también” es veladamente, creo, para Milán, un “solamente”.




Un verso de Índice al sistema del arrase dice: “acodado en la nada un loco llora”. Pero ese loco que llora, ¿no es el propio verso de Milán? No ése sino el conjunto de los versos de Milán. Lloran, están locos. Sobre todo, el poema de Milán habla solo. Habla para sí, para mantener templada la lengua, para que el flujo de la lengua no se pare, para mostrar el sistema digestivo del poema que avanza como una lava candente pero siempre a punto de cristalizarse. Los poemas de Milán no empiezan, retoman: son un continuo. Lo que está en la página es un corte, no arbitrario pero necesariamente incompleto. Valéry, el perfeccionista, decía que un poema no se termina, se abandona. Milán, el que espuma las palabras a punto de nube, diría que el poema es abandonado por la poesía o que es el poema mismo el que abandona, el que toma un atajo en cuanto la poesía se distrae. Ya Nicanor Vélez, en el prólogo a Querencia, gracias y otros poemas (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2003), señalaba que, a partir de Esto es (1978), “Milán empieza su andadura hacia el interior del lenguaje”. Los partes de esa cata espeleológica son, desde entonces, los sucesivos libros de Milán, cada vez más profundos. Un poco al modo del piano de César Vallejo que, en Trilce, “viaja para adentro”. Sin vuelta.





En algún lugar del poema hay, sin embargo, un núcleo; una suerte de verso dado —el poema de Milán, que es visiblemente un artefacto, sólo puede considerarse conceptual en la medida en que el concepto pueda surgir de una inspiración: hay algo que el poeta oye, casi siempre dentro de su mente misma —como los locos—. Por ejemplo: “Trabajó de pájaro durante algunos años.” A partir de esa formulación el poema se arma como una textura —un sistema inestable— de asociaciones fónicas, léxicas, semánticas, pero sólo con cadenas que se forman o bien en el significado más craso o ya en el eco del significado, en lo que queda de la acepción de una palabra una vez que su sentido visible se ha evaporado o callado: “La gente es indigencia pura / formando agencias de indigencia / —no sé si para compra / —no sé si para venta / o si para colocación / acodado en la nada un loco llora / —no sé si parará.” Rebotes de toda índole: paranomásica (gente/agencia/indigencia; para/parará), brutalmente semántica (compra/venta), sustitutiva (“nada” en lugar de “barra”), que es donde en verdad se acoda “la gente”, esté loca o no.

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Del que “trabajó de pájaro” salen, por un lado, las variedades botánicas (“eucaliptos, paraísos, fresnos”), por otro lado la “canción” del trino que puede ser también un “son” y —por qué no— una “sandía que sangra” (en Milán, la paranomasia tiene siempre algo de paranoico: la locura, de nuevo). La locura del poeta maldito, que ha maldecido la poesía como contenido comunicacional, llevando las palabras de cada día al colmo de su llanura: en tanto arte hecho de palabras, el poema sólo se refiere a sí mismo —habla solo—. Proust dice (en Albertine desaparecida), a propósito de los leit motiv de las óperas de Wagner: “esos temas insistentes y fugaces (…) sin dejar de ser vagos, son tan apremiantes y tan próximos, tan internos, tan orgánicos que dijéranse la reincidencia de una neuralgia más que de un motivo”. Esta idea orgánica de la música —en su sentido sistemático y físico—, de algo que vuelve como la reincidencia de una neuralgia, se acerca al trabajo que hace Milán en el discurso de su poema; diría que hay todo un venero de versos de Milán en esos insistentes dolores de cabeza de la lengua que habla sola.

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¿Cómo se conjugan esta inspiración, que nace como tal de un colmo de intensidad lírica, como el rayo salta de una tensión ya insoportable, y la afortunada fobia a todo contenido sentimental? Este Índice… actúa como una gota de detergente en la sartén al fuego de todos los discursos cruzados. Rápidamente la grasa de las palabras huye a los márgenes. Es la cruz de la moneda del lirismo: nombra lo que circula por adentro del discurso, rebota entre los sonidos, de golpe se pone gongorino (“en el aire rumbo a tocar un cuerpo,se quiera o no se quiera lo tocado”), de otro golpe aparece casi mesiánico (“no quiero que se olvide fácilmente / el pasar de la palabra por la historia”) y nunca deja de deslizarse por la cara material de la palabra, por la costra tipográfica.

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Nicanor Vélez pone el famoso verso de Guilhem de Peitieu —“Farai un vers de dreit nien”— como acápite de toda la obra poética de Milán —Guilhem fue el primer punto de la circunferencia y Milán el último, se tocan—. Él mismo señala su admiración ante esa diana de la historia de la poesía fijada por el trovador en el siglo XI. En Índice al sistema del arrase vuelve el polo magnético del verso hecho sobre nada. Sobre una nada que se produce no por vacío sino por saturación, como una página negra de tinta china escrita con un punzón. Milán lleva la fusión fría en la que viene trabajando desde hace muchos años a su punto álgido:

“Poder con el poder,
se trata de lo que no se se trata.
Carnal, la nacional no cruza
la frontera, fuera de la jauría
que no alcanza cuelga, temblor…”

Hilachas, núcleos partidos, grumos de sentido que se descomponen. Una lengua poética que se reescribe en el espejo de estas páginas. El magma americano trenzado en haces que se atizan entre sí.

ANA PEREZ CAÑAMARES Y DAVID GONZALEZ: Por donde pasa la poesía

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Mi poesía es una novia vestida de luto. Indaga en la naturaleza humana; en el hombre, en su conducta, hacia sí mismo, hacia los que le rodean y hacia el paisaje, el entorno social en que vive. Indaga en su comportamiento; en los aspectos que lo hacen más humano (amor, sinceridad, solidaridad,... ) pero, sobre todo, en aquellos que hacen que la novia haya enviudado sin haber tenido, siquiera, la ocasión de pasar antes por la vicaría. El hombre que mejor conozco soy yo mismo. En mis poemas, por tanto, el tema central no es otro que mi propia vida. Partiendo de esta base, practico una poesía narrativa, realista, autobiográfica, confesional, comprometida, marginal y detallista. Mis poemas cuentan historias. Escribo para limpiarme por dentro.

David González
("Novia vestida de luto", 2002)






POETICA (Ana Pérez Cañamares)
2 de Junio, 2008

Escribo porque mi madre no escribía; escribo porque no tengo jardín ni perro y vivo en un lugar sin mar; escribo porque mi voz y sus ecos me hacen compañía; porque soy un laboratorio y quiero difundir los resultados de mis experimentos; porque, siempre, después de analizarme, levanto la cabeza y observo dónde me coloca lo que he visto, y esto también tengo que escribirlo; escribo para decir “yo también” o para preguntar “¿tú también?”. Escribo para saber si tengo que perdonarme, pedir disculpas o exigir responsabilidades. Escribo para ser agradecida y también para cagarme en todo lo que se menea. Escribo porque sé hacer otras cosas, pero ésta es la que elijo y la que siempre me espera. Escribo para rescatar aquello en lo que quiero creer, lo que no puedo olvidar; para salvar mi voz del barullo. Escribo porque entiendo a Virginia Woolf, a Anne Sexton, a Sylvia Plath, pero yo quiero sobrevivir y seguir escribiendo. Escribo porque quiero que se sepa con qué fuerza lo intenté, y con qué fervor lo intentaron otros. Para hacer del fracaso un lugar habitable. Escribo para no dejarme invadir y colonizar. Escribo para ser la primera en acusarme de falsedad o hipocresía o cobardía, antes de que lo hagan los que se fortalecen acusando a los otros. Escribo porque no sé gritar sin quedarme afónica. Escribo porque una palabra precisa me aparta de la confusión. Escribo para llegar al lugar donde las dudas ya no son defensas ni huidas, sino brazos abiertos a los cómplices. Escribo porque a mi ansia de comprensión sólo la calma y la humaniza la constatación de sus límites. Escribo para encontrarle utilidad a las heridas. Para que mi hija conozca lo que no supe o no me atreví a explicarle a la cara. Escribo porque los momentos en que escribo nunca son iguales entre sí, y me salvan de la rutina. Escribo porque la belleza no sólo consuela, sino que es lo único que me permite mirar el dolor cara a cara. Escribo para que lo propio y lo ajeno se disuelvan. Escribo porque lo escrito es el disfraz más honesto y más cercano a la piel que conozco. Escribo para no dar nada por sabido.






Antoñita, David Gonzalez, Ana Pérez, el magnífico Antonio Martinez y Viktor


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Por donde pasa la poesía. En mis vivencias como en mis lecturas y también y no menos importante en las "redes de la web 3.0" Hay poetas que hacen senda en su ir adelante. Es el caso de Ana Pérez Cañamares y David González. La suya es una laboriosidad fecunda y revulsiva, que anima a desperezarse, que enciende las arterias de fuego y palabra, que se alza en caminar por lo real, por lo libertario, por lo poético y asambleario, por lo fraterno y complice, por la decidida y aceptada estrategia de ser para los otros puente, canto, caudal, trinchera.



De sus blogs y de sus recitales se comprende y aprende a valorar la poesía como algo más que versar. Un conversar, un transversar que igual señala a los criminales y denuncia las tropelías de los puños invisibles del poder como besa y susurra a los que apuñalados o desaparecidos (Ej.: Raul Nuñez, poeta grande y pionero en España de una escritura de no ficción desbordada y que sobrepasó las etiquetas del realismo sucio para espaciar un estrecho y anginoso pasillo de poéticas peninsulares agotadas y previsibles). Pero que nadie se confunda. Estos generosos y corajudos poetas son sin otro epíteto o cliché, sencillamente, POETAS. Y por donde pasa la poesía peninsular, sin duda, aunque algunos que podrían no quieran reconocerlo. Dejé dos muestras mínimas pero suficientes de su escritura arriba. E invito a visitar sus blogs, porque desde ellos se abren las venas de la tradición otra. La no subvencionada. La imprescindible.

Víktor Gómez

Sus Blogs:

http://elalamadisponible.blogspot.com/



http://www.davidgonzalezpoeta.com/



http://enlatierradegoliat.blogspot.com/



http://davidgonzalezpoeta.blogspot.com/



JAVIR GIL: Poesía en lentitud y precisión

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lamento del sapo por stanley hook
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juan gelman escribió un poema sobre el sapo de stanley hook,
un sapo íntimo mortal y moral y coral
stanley hook dejó solo a su sapo,
voló, se voló de melody spring
y, así, el sapo se quedó solo.
melody spring no lloró la muerte de stanley hook
el sapo sí, lloró y lloró
sobre la tierra, húmeda de llanto, de su mano
y recordó: «no hacía tanto stanley hook me amaba,
oh pedazo esmeralda, decía el lindo stanley».
melody spring, un jueves de noche y el hondo lamento
de un sapo caballito cantor de la humedad
que volvió a tener miedo a la lluvia

--------------------- Javier Gil Martín
http://ciudaddelhombre.blogspot.com

FUNDACION INQUIETUDES: Tomás Segovia y los sonetos votivos en edición al cuidado de Javier Gil


------------------------------------------ Tomás Segovia


----------------------------- Javier Gil Martin



------------------------------------- Carlos Piera





Fundación Inquietudes se constituye para dar respuesta a dos necesidades fundamentales: la búsqueda constante de nuevas formas de participación ciudadana y la integración en todos los niveles, como medio para construir una realidad mejor.



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La fundación nace con un espíritu joven, internacionalista, democrático, crítico, activo y solidario, con el objetivo de crear una estructura de carácter internacional capaz de impulsar y coordinar iniciativas, proyectos y actividades de la sociedad civil para la sociedad civil y trabajar en los procesos de integración europeo e iberoamericano.



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Su sede principal está en Madrid, puerta estratégica de comunicación entre la Unión Europea e Iberoamérica. La fundación cuenta con una sede en Argentina y próximamente se constituirán sedes en Chile y Panamá.
La fundación realiza, entre otras, las siguientes actividades:




Trabaja por el reforzamiento y la construcción de identidades comunes, como la europea y la iberoamericana.
Fomenta la inquietud y la participación activa de los jóvenes en todos los ámbitos de la sociedad.
Crea redes de jóvenes capaces de articular proyectos académicos, políticos sociales y emprendedores.
Promociona los valores de igualdad, tolerancia, respeto de los derechos humanos y unidad en la diversidad.
Organiza cumbres y encuentros; genera espacios de debate y foros de discusión que impulsen la integración en todos los niveles: local, nacional, regional e internacional.









--------------------------- Sede en Madrid de la F. Inquietudes
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Colección de poesía iberoamericana:

Instrucciones para abrir una caja fuerte


La colección Instrucciones para abrir una caja fuerte es la apuesta por la poesía de Fundación Inquietudes. Se trata de una colección de poesía iberoamericana que reunirá obras de autores esenciales para captar el pulso de la poesía escrita en lengua española.


Número 1 (en preparación): Sonetos votivos de Tomás Segovia

Fecha de publicación aproximada: septiembre de 2008.


Con el apoyo de: Institució Alfons el Magnánim y Universidad Politécnica de Valencia.


Sinopsis


Una cuidada edición, revisada por el autor, que recopila el conjunto de sonetos amorosos - eróticos (sonetos votivos) publicados hasta la fecha por el poeta Tomás Segovia.

Será la primera vez que los sonetos votivos, momento cumbre de la poesía amorosa contemporánea en lengua española, aparezcan reunidos como libro en España. La compilación cuenta con una nota introductoria del poeta Carlos Piera.

Tomás Segovia (Valencia, 1927)



Ha publicado numerosos libros (prosa, poesía y ensayo) por los que ha recibido importantes premios, entre los que destacan el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo (2000) y el XV Premio Juan Rulfo de Literatura Latinoamericana y del Caribe (2005).
Entre sus obras destacan, en poesía, Anagnórisis (1967), Figuras y secuencias (1979) Cantata a solas (1985), y Fiel imagen (1997); en el género del ensayo, Contracorrientes (1973), Poética y profética (1986) y Alegatorio (1997); y traducciones de Victor Hugo, André Bretón, Gerald de Nerval y Rainer Marie Rilke entre otros.



Carlos Piera (Madrid, 1942),



Reconocido poeta y lingüísta, es uno de los principales conocedores de la obra de Tomás Segovia, y reivindicó su poesía cuando la obra del poeta aún no era muy conocida en España. Escribió el prólogo para la edición de Poesía de Tomás Segovia, publicada por Galaxia Gutemberg - Círculo de lectores.



Tres sonetos votivos



I


Si te busco y te sueño y te persigo,

y deseo tu cuerpo de tal suerte

que tan sólo aborrezco ya la muerte

porque no me podré acostar contigo;



si tantos sueños lúbricos abrigo;

si ardiente, y sin pudor, y en celo, y fuerte

te quiero ver, dejándome morderte

el pecho, el muslo, el sensitivo ombligo;



si quiero que conmigo, enloquecida,

goces tanto que estés avergonzada,

no es sólo por codicia de tus prendas:


es para que conmigo, en esta vida,

compartas la impureza, y que manchada,

pero conmovedora, al fin me entiendas




II



¿Qué sabes tú, qué sabes tú apartada

injustamente en tu crüel pureza;

tú sin vicio, sin culpa, sin bajeza,

y sólo yo lascivo y sin coartada?


Rompe ya esa inocencia enmascarada,

no dejes que en mí solo el mal escueza;

que responda a la vez de mi flaqueza

y de que tú seas hembra y encarnada;


que tengas tetas para ser mordidas,

lengua que dar y nalgas para asidas

y un sexo que violar entre las piernas.


No hay más minas del Bien que las cavernas

del Mal profundas; y comprende, amada,

que o te acuestas conmigo o no eres nada.




V



Toda una noche para mí tenerte

sumisa a mi violencia y mi ternura;

toda una larga noche sin premura,

sin nada que nos turbe o nos alerte.


Para vencerte y vencerte y vencerte,

y para entrar a saco sin mesura

en los tesoros de tu carne pura,

hasta dejártela feliz e inerte.


Y al fin mirar con límpida mirada

tu cuerpo altivo junto a mí dormido

de grandes rosas malvas florecido,


y tu sonrisa dulce y fatigada,

cuando ya mis caricias no te quemen,

mujer ahíta de placer y semen.




JOHN BERGER: poemas de(l) otro mirar

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Photo de Cristina Salvador

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CONTADORES DE HISTORIAS





Escribiendo
acurrucados junto a la muerte
somos sus secretarios



leyendo a la luz de la vida
completamos su libro mayor



donde termina ella,
colegas míos,
empezamos nosotros, a ambos lados del cadáver,

y cuando la citamos
lo hacemos
sabiendo que la historia está a punto de acabar.





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John Berger
Páginas de la herida
Ed. Visor