sábado, 5 de abril de 2008

LUIS PIMENTEL: Oración para que no se muera un pájaro


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"ese reino hospitalario de la poesía"
Luis Pimentel


Luis Pimentel vivió practicamente recogido en Lugo, el lugar de su nacimiento y de su muerte, y el lugar más esencial de su poesía, su puerto interior humilde e ignorado, su ensenada íntima, la del profundo poeta de Lugo, y por extensión del mundo: "cuando hablo de mi ciudad / hablo del mundo" dice. En el centro mismo de la urbe amurallada, en su Plaza Mayor, nació, murió y vivió casi toda su vida, cuando no lo hizo a pocos metros, camino del cementerio en el que tenían lugar los fusilamientos durante la guerra civil, denunciados en sus versos castellanos de la serie Cunetas (y en el poema apócrifo gallego del mismo título), sobre la represión fascista. Sus estancias prolongadas fuera de Lugo fueron solo para hacerse médico, primero en Santiago de Compostela, en dónde se licenció, y luego en Madrid, en dónde estudió el doctorado y estuvo en la Residencia de Estudiantes. En la ciudad del Miño llevó una sencilla vida provinciana dedicada a la medicina y a la poesía, léjos del mundo literario, con salidas tranquilas al mar más cercano y a la pequeña ciudad de Mondoñedo, de dónde procedía su mujer, lugares todos ellos cantados en su obra. El poeta y el médico se potenciaron mutuamente en el contacto diario con el dolor humano, de manera qué, cómo el mismo confesó, su profesión de médico le sirvió para dar vida a sus poemas y la vocación de poeta para ejercer con altura ética y estética su carrera de medicina. Esta compenetración de las dos funciones es consustancial al apartado "Diario de un médico de guardia" de su libro castellano Barco sin luces (1960).


(Fragmento del prólogo que Carmen Blanco escribió para EXTRANJERA EN SU PATRIA Cuatro poetas gallegos. Rosalía de Castro Manuel Antonio Luis Pimentel Luz Pozo Garza en enero 2005, publicado por Galaxia Gutenberg-Círculo de lectores)






Oración para que no se muera un pájaro




Señor, ¿por qué un pájaro de cerca puede ser un monstruo?
Lo tengo en mis manos,
y tiemblo de miedo.
Es como si fuese mi propio corazón.
Tiemblo, porque puedo matar
esta flor caliente y viva,
hacer que por su boca salgan
todas las mañanitas límpidas.

¿Por qué un pájaro es cosa siempre nueva para nosotros?
Señor, ¿por qué en nuestras manos palpita el crimen?



Luis Pimentel (1895-1958)