viernes, 1 de agosto de 2008

Roque Dalton: La ventana en el rostro

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"los pobres locos que hasta la risa confundimos
y a quienes la alegría se de lágrimas"
R. Dalton





POR QUÉ ESCRIBIMOS



Uno hace versos y ama
la extraña risa de los niños,
el subsuelo del hombre
que en las ciudades ácidas disfraza su leyenda,
la instauración de la alegría
que profetiza el humo de las fábricas.
Uno tiene en las manos un pequeño país,
horribles fechas,
muertos como cuchillos exigentes,
obispos venenosos,
inmensos jóvenes de pie
sin más edad que la esperanza,
rebeldes panaderas con más poder que un lirio,
sastres como la vida,
páginas, novias,
esporádico pan, hijos enfermos,
abogados traidores
nietos de la sentencia y lo que fueron,
bodas desperdiciadas de impotente varón,
madre, pupilas, puentes,
rotas fotografías y programas.
Uno se va a morir,
mañana,
un año,
un mes sin pétalos dormidos;
disperso va a quedar bajo la tierra
y vendrán nuevos hombres
pidiendo panoramas.
Preguntarán qué fuimos,
quienes con llamas puras les antecedieron,
a quienes maldecir con el recuerdo.
Bien.

Eso hacemos:
custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.







Para hablar de "humor poético", según nos reconoce Mario Benedetti en el prólogo que escribiera para "La ventana en el rostro" (Ed. Baile del Sol, para el 2003) en la tradición americolatina, éste grande Roque Dalton, es un referente necesario. ¿Podría ser más seria una poética que la que lleva al autor a darse hasta el riesgo de ser asesinado?. Lo contrario de lo serio es lo aburrido, pues no hay nada más serio, sabio y sensible que el humor. Pocos han sabido darle categoría de arte, pero esos pocos son suficientes. Ironía, cinismo, paradoja, extrañeza, surrealismo son palabras asociadas al humor inteligente. Y participa éste poeta miliciano de la prodigiosa creatividad que permite en 1962 escribir el poemario mencionado y editado en la Biblioteca Roque Dalton de Baile del Sol , que no deja lugar a dudas. La poesía es siempre una respuesta imposible en un mundo posible sediento de utopía. Sed que es posible desde lo imposible que pide vaso, paso, más sed.

Víktor Gómez







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Mi caballo



Yo tenía un caballo
más hermoso y más ágil que la luz.
Una ola de sangre parecía piafando.
Una pequeña tempestad con ojos.
Una montaña indócil de bien labradas patas.

un día nació muerto mi caballo
y los vientos huyeron de mi asombro y de mi cara...


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La ventana en el rostro
(Ed. Baile del Sol, 2003)
Roque Dalton







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