viernes, 21 de diciembre de 2007

ENRIQUE FALCON: La marcha de los 150000000, Canto XVIII

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Desde antes de nacer, ya perdí la inocencia
y los barcos desplegaban sobre mí la rabia con una lengua tímida
los horarios
cayeran luego resbalando sobre el muelle y he abatido
en las caderas de los últimos
un rizo espeso de veranos y canciones levantadas
porque es hoy cuando envejecen las horas en el claustro de la ira
hoy cuando toda tú, toda despojo,
más bello hoy que nunca, desdices esta espera
de terrones cocidos cacerías colmadas
(en lugar de tu cuerpo habrían devastado los esquejes del estanque
y eras fértil como un fruto pegajoso
y a oscuras detuvieron, tú lo viste,
el paso lento en la corrupción del agua
y tu frágil modo de decir "revuelta":
sencillamente,
como la edad, el fruto y la catástrofe).



En el fondo
jamás debiste arrinconar tus trastos viejos
tus mentiras de domingo
el alto estar sobre las tapias,
muchacho lento,
porque nunca te esperaron
nunca pretendieron evitarte la reclusión el régimen de aislamiento
ni polillas en la sangre
ni esta marcha
(alacrán de flores: mediodía)
de muslos y tendones mortalmente nuevos,
esta marcha, estas cinturas
sólo tú y tu soberbia milenaria y maricona
de ojos con azúcar como un viento altivo,
son tú y no quiero
verte el pelo rizándose de espantos, de nieves pasajeras
o látigos de alga cuando nada ocurra


Enrique Falcón



Fragmento del Canto XVIII

ROMAN PORRAS: La celebración maldoroniana de los versos afilados

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Adornaré mi cuerpo con guirnaldas perfumadas para este holocausto expiatorio ; y entonces sufriremos los dos, yo por ser desgraciado, tú por desgarrarme...con mi boca unida a la tuya.
Fragmento del Canto IV,
de Los Cantos de Maldoror,
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Para que me recuerdes

me rehogo en tu ácido.

Por tu centro circulo

arañando epitelios

con espinas de muerto,

con vértebras sin plumas.

Desde el cardias asedio

tu boca de naranja

con dientes de clausura.

Escalo tu esófago

por dentro, con escamas.

Sin permiso la alcanzo,

ocluyendo papilas

circundando tus dientes,

me rebalso en tu estancia

y me expiro en tus fosas.

Asfixiada desgajas,

en tus labios fluidos,

elocuencias íntimas

de órganos profundos.

Y me arrojas sin tregua,

en visceral cascada

de aromas y esencias.

Con efluvios de dentro

te impregno por fuera.

Me rehago en tu nausea

berenjena de carne

y cabezas sin cresta.

Desde el suelo te miro

con los ojos redondos,

y los peces abiertos,

con globos sin parpado.


Román Porras
Alumno primer año
del Taller Polimnia 222