sábado, 1 de septiembre de 2007

ENRIQUE FALCON: resistencia entre los fusiles y la desesperanza

Eduardo Milan: prólogo a La marcha de los 150.000.000

DESAFÍO Y DIGNIFICACIÓN
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El problema teórico que plantea la posibilidad épica en nuestros días –en nuestro tiempo, donde la necesidad de realizarlo todo ahora y aquí parece borrar cualquier postergación, cualquier emplazamiento a la esperanza– es un problema poético situado más allá de esta precisa forma de arte. Es y no es un problema poético. Desde la existencia fragmentada la épica constituye el desafío de una recomposición: la de la especie reunida en comunidad. No de la forma: del elemento humano. Enrique Falcón pone en juego algo más que la cuestión formal: pone en juego la posibilidad de sobrevivencia humana. El envío épico actúa no en esta forma-tiempo dominante: actúa en un margen. En La marcha de 150.000.000 la página-escritura se parte en dos por una línea que, si bien no vuelve simétrica la separación, sí otorga un buen lugar al margen. La escritura prueba en la página su dialógica posible, su comunicación posible, su razón de estar ahí como entidad registrante. La nota y la noticia espejean al poema con una luz especial, a veces feliz: la cita de un fragmento poético; a veces terrible: la presencia de la realidad histórica. No era posible fabular una épica, no era posible la fantasía de un imaginario modélico. Por si fuera poca imposibilidad ética, presuponer una necesaria estabilidad social, una nueva comunidad activa para reemprender el camino formal épico, es una posición inquietante. Pero pasiva. Falcón propone (la épica es un acto que presupone una espera) una épica en acto. La posibilidad épica actual es irse haciendo en la marcha.


La marcha de 150.000.000 es (un irse haciendo épico) poema en marcha. Ese devenir poema, esa expulsión del poema desde el margen de la historia y del archivo, le da el lugar de su existencia posible. El gerundio es el tiempo de la épica, que se cumple –o no– en el futuro del lugar, en el hogar-lugar. Pero esa certidumbre del lugar tiene el pendiente del presente: pende de él. Acorralamiento y control son características de este presente que no duda en prolongarse hasta el infinito.
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Pensar en recientes intentos épicos anteriores –Anabase de Saint-John Perse, The Cantos de Ezra Pound o Canto general de Pablo Neruda– es coincidir, al margen de su sesgo ideológico, en un reconocimiento: hay tiempo pero, sobre todo, hay lugar. Es increíble (al grado de parecer inverosímil como relato) el escenario esperanzado de Neruda, su certeza que surge de un “poetizar” la historia. Pound estetiza la épica al límite de la no épica: los fragmentos definen el modo de transmisión estética, se imponen como forma: así será en un futuro la conversación “between intelligent men”. Perse pone en práctica los recursos del “homo faber”, profundamente enraizado en una ritualización tribal: la tribu avanza por producción –incluso los quehaceres indigentes están tomados en cuenta (“ha, toutes sortes d'hommes dans les leurs voies et façons”)– no por olfato de una buena tierra. La épica absorbe tiempo (es un movimiento-esponja) pero no lugar. Más cerca de una reconstrucción del lugar poético desde los lindes de la historia, Falcón se aproxima a Un coup de dés de Mallarmé. En ese poema no se construía la esperanza desde la expulsión histórica que mediatiza el poema –éste es el caso de Falcón–, pero sí se construyó (desde la sombra de los escombros, no sobre las ruinas de la casa) de nuevo el lugar poético. Lo que construye Falcón en esta épica posible es un lenguaje poético literalmente de cara a la presencia de la historia en el lenguaje, encarado a la presencia de la historia en el poema. Expulsado desde allí como el angelus novus de Walter Benjamín, vuelve la cara hacia allí.



3
El poema de Enrique Falcón no exalta el movimiento, tampoco la metamorfosis. Crea las condiciones para cantar la condición del hombre actual. El hombre actual supone un problema para esa ritualización del mito que es el canto. En el esquema de Vicente Huidobro el canto queda proscrito como acto propicio para designar el mundo: “Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas! / Hacedla florecer en el poema”. En la opción huidobriana por el mecanismo queda bien establecida la realidad moderna del poema en su versión vanguardista. Es la búsqueda de una forma orgánica para el poema, el descubrimiento de su propia forma. Falcón parece haberle dado una vuelta de tuerca al problema, descubre para el canto su posibilidad actual: un canto que es un des-canto. ¿Es posible que el canto de estos hombres que somos sea el mismo canto, aquel de Ulisses, aquel de Fernando Pessoa? La unidad simbólica presupone un mismo canto, no necesariamente el intemporal. Y menos un canto unidimensional, inequívoco.
En la imaginaria reunión de sus fragmentos dispersos, Falcón trabaja con los restos del canto, no con sus restos antiguos: con el presente que arroja fragmentos a la orilla. Del mismo modo, estos hombres que somos nos reunimos alrededor del fuego que convoca nuestra unidad simbólica. Pero estos hombres que somos no somos todos los hombres. Y del mismo modo que hay una opción por una épica posible, del mismo modo que hay una opción por una forma del canto, hay también una opción por una parte humana: esa parte que habitan los humillados, los carentes, los perseguidos. De nuevo como en Benjamín, no hay lugar en el poema de Falcón para ningún hombre posible que no surja del reconocimiento de la realidad arrasada del ser humano actual.
Deseo de ese acto de justicia. Escrito con la opción épica por vía de la realidad del fragmento que trabaja un des-canto de cara a la realidad histórica que lo arroja como resto, encarando a la poesía que se encarama como coartada del espíritu y de la buena conciencia, La marcha de 150.000.000 es a la vez un desafío y una dignificación de la poesía actual.
No es sólo un deseo: es un acto de justicia.
Eduardo Milán,[México, febrero de 2007]


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Ya han venido los niños, los
150.000.000
con sus cabelleras de risa mientras quede-
ascos de vientre en las matanzas públicas, ya os perduro
pinzas de biela, hostias sin límites ni diente
alegraos de la batida, de las fugas en la
constelación del odio, yo os: ---------- perduro,
niños del incendio y del desastre con las bocas
(un pozo de esternones): me domina el agua, la estación de las esporas
y soy llanto vuestro, o liquen, o mentira de amarillos

recortando el paso a las palabras;

- niños de los puentes
Vestiditos de cera y fiera entre los muslos,
os convido a las mesas del banquete, a la
falsa encarnación de las tundras en el suelo
- niños ácidos de l'aire-
sobre mi, enrique, llamadme los fusiles,
la negra mutación de las agujas,
... unos perros suficientes..., yo os perduro

geólogos del miedo, fósiles de almendra: doy un nombre
nuevo.

... entonces yo os miraba...

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LA MARCHA DE LOS 150.000.000
(Canto XV. fragmento inicial)

JENARO TALENS: homenaje a Antonio Carvajal

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Gloria Fuertes: para niños mayores de edad


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Todo el mundo tiene rejas.

Esta vida es una cárcel,

una jaula, una cisterna

y te ahogas cuando sales.
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Gloria Fuertes