martes, 5 de junio de 2007

Alfonso Hernández





“Muro, hermano mío,

en tus entrañas se desdibuja el jardincillo de mi infancia,

correré como un niño en tus pedregosas manos.

Son idénticas a las mías, tus arrugas, tu dolor;

veo en el fondo de tu pupila la noche con sus rejas,

el rostro de los asesinos,

pero tu voz que es el silencio reconforta.

Buenas noches, hermano mío,

mañana cantaremos junto al pueblo”.