sábado, 25 de agosto de 2007

Poéticas electrónicas: una aproximación al estudio semiótico de la “e-poesía” (II)

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El estudio de las poesías electrónicas presenta dos principales dificultades. La lectura de un texto electrónico generado, ya se trate una generación automática de textos o de poesía animada visual dinámica, rompe con la lectura de textos en formato impreso. ”Leer” es siempre leer en el sentido de que esta acción consiste siempre en percibir y captar signos que emanan del trabajo de un “autor”, pero la manera, las disposiciones que reclama la lectura de los textos electrónicos, que es una escritura ambigua, no fijada, flotante, son radicalmente nuevas. La segunda dificultad tiene que ver con que la poesía electrónica no es únicamente una poética de la pantalla (esto es, de lo que va a ser leído), sino también, y especialmente, una poética de la programación: de los códigos, de los algoritmos y de los cálculos que constituyen su fundamento: la tarea del escritor la encontramos no únicamente en el texto a leer, sino en la programación. Es, pues, el poeta electrónico un creador de potencialidades, no de concreciones. La poesía electrónica por ordenador es una escritura en potencia que se hace acto únicamente en el momento de la lectura. No debemos olvidar que la pantalla no es la página. La página del escritor, del poeta, es un soporte material y fijado. En la literatura electrónica, el soporte es una serie de bits registrados en la memoria del ordenador. Es un soporte, por su propia naturaleza, inestable, y el trabajo de los escritores es explotar lo máximo posible esta especificidad. Si definimos provisionalmente que la escritura informática es aquella en la que el “escritor” se encarga de la programación y de cuidarse de su realización, lo que es cierto es que la informática nos impela a preguntarnos qué quiere decir en este caso escribir: nos obliga a reformular un nuevo concepto de escritura literaria. Nos estamos refiriendo a un tipo de literatura (nos centraremos más en la poesía) en la que los programas informáticos intervienen directamente en la creación literaria, y que crean una nueva relación entre el ser humano y la máquina. El ordenador no es concebido como un útil, como un simple instrumento más “moderno” de escritura, sino como el lugar, el espacio vital de la obra (Papp, 2000: 21). Es en este espacio vital donde se desarrolla el trabajo creativo, donde el ordenador impone sobre las facultades que éste posee y que lo distingue de todas las máquinas y de todas los tecnologías de escritura conocidas hasta el momento presente: sus posibilidades combinatorias infinitas, el azar concebido como una fórmula matemática y la interactividad.

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En este contexto podríamos afirmar que la originalidad de la poesía electrónica no reside en el resultado de sus producciones cuanto en los procedimientos de la creación. Como ya dijimos anteriormente, en este tipo de texto digital resulta necesario considerar los procedimientos de producción, por una parte, que hacen referencia al lenguaje informático (como las operaciones algorítimicas) donde se constituye la materialidad escrita del texto, y, por la otra, la manera en como el texto se presenta al lector en la pantalla, esto es, su apariencia en el momento preciso en que dicho texto está archivado y en el momento concreto y puntual en que es leído. Aunque no sean perceptibles en el mismo espacio, estos dos aspectos son complementarios. El primero pertenece a lo que podríamos llamar el dominio del autor y el segundo al del lector. Y, así, surgen diferencias respecto a la noción de “texto”, según lo pongamos en relación con el polo “autor/texto” o en relación con el polo “lector/texto”. Estas diferencias pueden traducirse por los conceptos “texto-escrito”, “texto para ver” (“texte-à-voir”) y “texto-leído” (“texte-lu”) que han sido propuestos por Philippe Bootz (1997; 1999)[3].

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