miércoles, 4 de julio de 2007

TENER LO CLARO (extracto de artículo publicado en Lunas Rojas)







En lo que se refiere a las relaciones entre poesía y mundo, ante todo está quizás el problema de la comprensión, de la comunicación. La poesía, creo, hace que lo que no se comprende pueda ser no sólo un muro sino también un espacio abierto. La práctica poética tiene entonces que ver con la emergencia de un sentido que no ha de ser comprendido sino producido, propuesto ahí: un a c ontecimiento precario, que "hace de un agujero
un lugar para la vida y de la noche el reino en el que (des)hacer mundos y asaltar la realidad" (M. Garcés). La realidad, entonces, no es un punto de
partida ya seguro, ya dado, sino un punto de destino, de asalto y de
cuestionamiento mediante el lenguaje (que socialmente la constituye).





La poesía, el arte, ayudarían así a que la subjetividad y la conciencia se abran, se vean rebasadas, a que el espacio de la palabra y la experiencia
esté radicalmente disponible, a vaciarse, a dejar sitio para respirar en el orden del discurso, a ser, más que un espacio, un espaciamiento.
Pero quienes inspeccionan el poema mirando sobre todo aquello que el poema dice (como para "sacar algo en claro") levantarán su dedo acusador:
vaciedad de contenido, retórica formalista, logomaquia... cuando lo que está en juego es mucho más sencillo (y más peligroso) que todo eso: disolución en el aire, fracaso del poder, también del poder que llevamos dentro, de su afán por identificar, por detener y retener (incluso en la
memoria). Como sabía el personaje de J. Verne: "es en el dominio de la realidad donde se mueve la policía. Es en el cuello de la gente de carne y hueso donde ella pone su grillete. No tiene la costumbre de detener espectros o fantasmas"




En las llamadas «sociedades de desaparición legal» (Virilio) la escritura
sería entonces un desafío, tal vez un desafío invisible: entrega material que no se reduce a tema. Un regalo. Pero un regalo que resiste al control de la razón instrumental, un resistir que es poético y es político en la medida en que todo lenguaje nace y muere en los intersticios de la vida en común (po liteia). Defendía el narrador de El hombre invisible, de Ralph Ellison, que es posible emprender una lucha contra ellos sin que se den cuenta. Y en eso estamos, en el reto antifascista de una «poesía de resistencia» (J. Ancet).


















"sólo un lenguaje en crisis se puede hacer cargo de un mundo catastrófico, y esto conduce a defender
una crítica no necesariamente realista, sino más bien en la línea desaparecida de una vanguardia callada, no ingenuamente estridente"



Antonio Méndez






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"Las gentes volvían mudas del campo de batalla. No enriquecidas, sino más bien pobres en cuanto a experiencia comunicable. (...) Porque jamás ha habido experiencias tan desmentidas como las estratégicas por la guerra de trincheras, las económicas por la inflación, las corporales por el hambre, las morales por el tirano. Una generación se encontró indefensa en un paisaje en el que todo menos las nubes había cambiado, y en cuyo centro, en un campo de fuerzas de explosiones y corrientes destructoras, estaba el mínimo, quebradizo cuerpo humano."





Walter Benjamin: Experiencia y pobreza

























MAS






exilio sin espanto.
Nieve para la noche
otra vez.
Qué desastre
mirar, mirar.
La belleza que os salva
no distingue a los vivos de los muertos.
La luz que ahora titila
a punto de apagarse,
traspasada, no ajena,
nos resume mejor
que cualquier claridad más verdadera.





Antonio Méndez

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