lunes, 14 de mayo de 2007

BLANCA VARELA EN LOS EPILOGOS GAMONEDIANOS



"El dolor es una maravillosa cerradura."

Blanca Varela


Me consta, porque así me confirmó la mirada (y sonrisa) de Antonio Gamoneda, que en el premio a la poeta y amiga hizo lo que pudo por que se le reconociese y quedase para la posteridad un mínimo reconocimiento a una obra limpísima y autentica, nacida del dolor, de la pobreza y de la dignidad de una tan original como imprescindible voz. Me consta, os lo aseguro, porque se lo pregunté el otro día, y con su tan humilde como sabia palabra aseguró "haber contribuido entre otros a ese mínimo reconocimiento".

Antonio Gamoneda y Blanca Varela tienen uno de los diálogos poéticos más potentes que he leído nunca. Y una lealtad "a la justicia y belleza" y una complicidad a prueba de tiempo.





La poeta peruana Blanca Varela (Lima 1926) ha ganado la XVI edición del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, dotado con 42.100 euros, y convocado conjuntamente por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca.


Varela es la segunda mujer que gana este prestigioso galardón, instituido en 1992 para reconocer la obra de un autor vivo de España y Latinoamérica, después de que la portuguesa Sophia de Mello Breyner lo lograra en 2003.
El fallo del premio otorgado hoy a Varela coincide con la entrega del galardón García Lorca, que la autora peruana ganó el pasado mes de octubre, y que recogerá esta tarde en Granada su hijo, Vicente de Szyszlo. La poeta no ha podido viajar a España por problemas de salud.
El jurado del premio lo ha formado por el presidente de Patrimonio Nacional, Yago Pico de Coaña, y el rector de la Universidad de Salamanca, José Ramón Alonso; Antonio Gamoneda, ganador de la pasada edición del galardón; el Premio Nobel José Saramago; la directora de la Biblioteca Nacional, Rosa Regás, y el académico Luis María Anson, entre otras personalidades.


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CURRICULUM VITAE



digamos que ganaste la carrera

y que el premio

era otra carrera

que no bebiste el vino de la victoria

sino tu propia sal

que jamás escuchaste vítores

sino ladridos de perros

y que tu sombra

tu propia sombra

fue tu única

y desleal competidora.

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