miércoles, 18 de abril de 2007

PIZARNIK: POETICA (II)

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LA MUERTE Y LA NIÑA

Debajo de un árbol, frente a la casa, veíase una mesa y sentados a ella, la muerte y la niña tomaban el té. Una muñeca estaba sentada entre ellas, indeciblemente hermosa, y la muerte y la niña la miraban más que al crepúsculo, a la vez que hablaban por encima de ella.

—Toma un poco de vino —dijo la muerte.

La niña dirigió una mirada a su alrededor, sin ver, sobre la mesa, otra cosa que té.
—No veo que haya vino —dijo.
—Es que no hay —contestó la muerte.
—¿Y por qué me dijo usted que había? —dijo.
—Nunca dije que hubiera sino que tomes —dijo la muerte.
—Pues entonces ha cometido usted una incorrección al ofrecérmelo —respondió la niña muy enojada.
—Soy huérfana. Nadie se ocupó de darme una educación esmerada —se disculpó la muerte.
(Tomado de «Devoción», en Prosa completa, edición a cargo de Ana Becciú, prólogo de Ana Nuño, Barcelona, Editorial Lumen, 2002, p. 31)


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CUARTO SOLO
Si te atreves a sorprender

la verdad de esta vieja pared;

y sus fisuras, desgarraduras,

formando rostros, esfinges,

manos, clepsidras,

seguramente vendrá

una presencia para tu sed,

probablemente partirá

esta ausencia que te bebe.

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