miércoles, 18 de abril de 2007

LUIS ALBERTO DE CUENCA: POESIA CULTA, SENCILLEZ, COTIDIANEIDA


- "Mi poesía me la trae la brisa que de vez en cuando sopla en mi calle, junto a olores antiguos más o menos prohibidos, canciones olvidadas y deseos por realizar. Mi poesía es figurativa. Mi poesía se entiende. Mi poesía busca moldes métricos y es, casi siempre, epigramática. Hace unos quince años, y guiado por lecturas helenísticas (la Antología Palatina) y provenzales (la lírica trovadoresca compilada por Martín de Riquer), abandoné una poesía de estructuras abiertas y empecé a escribir otra de estructuras cerradas, centrándome en los tres o cuatro temas que desde entonces aparecen una y otra vez en mi obra poética, y que son los temas de siempre."


- "La poesía es tan sólo una parte de mi vida. Tengo poco o nada que ver con los poetas para quienes la profesión poética es toda su vida, con los poetas que se creen geniales y te derriten la cabeza con sus libros inéditos para que les des tu opinión. Alucino cuando alguien dice que ser poeta es una religión, que para escribir versos se necesita estar en trance o recibir señales de lo alto o de lo profundo."


- "El concepto que valoro más a la hora de escribir poesía es la sinceridad (una «sinceridad» entre comillas que implica el concepto, también entrecomillado, de «obligatoriedad» o «necesidad» del poema). Pero no me interesa la sinceridad si no va acompañada de la claridad. Pienso que es de la sabia conjunción entre sinceridad, claridad, técnica y sensibilidad de donde surge la emoción poética. Soy mal lector de poesía contemporánea en la medida en que la poesía contemporánea no suele preparar bien esos cócteles. Por lo demás, no hay poesía si quien la escribe no posee dominio del oficio, conciencia del género, rigor en la construcción y, desde luego, oído. Un poeta no debe contar nunca las sílabas de un verso. ¡Cuántos endecasílabos mal medidos o mal acentuados en nuestra poesía más reciente! No debemos renunciar a lo mejor de la Vanguardia, a esa Vanguardia que relampaguea en los versos humorísticos de Ángel Guache o en la poesía más reciente de Abelardo Linares, pero tampoco a nuestra tradición, que es lo más valioso que tenemos."


- "Me gusta recordar que mi poesía suele gustarle a gente que no lee poesía o piensa que la poesía es un asunto de señoras cursis y/o de tarados. Eso demuestra que la poesía puede y debe salir del ghetto, de las mafias y sectas, del malditismo. De su propia y tediosa iconografía."
("Poética", en El último tercio del siglo (1968-1998), Madrid, Visor, 1999, pp. 395-396).





El desayuno
Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más,
tanto que casi no puedo resistir
lo que me gustas, cuando, llena de vida,
te despiertas y lo primero que haces es decirme:
"Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno".

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