jueves, 8 de marzo de 2007


DURANTE la tarde y noche se compartió la fascinación por el hecho poético, con-versando sobre el arte creativo, leyendo poemas nuevos o ya publicados, contrastando métodos y fines en la escritura de estos dos veraces poetas de la acción. Lo mejor es constatar que en esta ocasión el personaje queda equiparado a la persona, la vida iguala al texto y aunque los poemas son concentración, síntesis, filocalia, personalísima manifestación de lo íntimo más íntimo del ser, también la voz de Antonio y la voz de Enrique cobrando cuerpo, dejando entrever, horadando, sugiriendo esa feraz multiplicidad de su palabra hacia lo real, de su poesía en constante tanteo y en incansable riña con las limitaciones del lenguaje y las necesidades de sus (in)visibles afanes.
Todo un lujo para el corazón, la mente y lo intuitivo.

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