jueves, 22 de marzo de 2007

DIEGO GRACIA: EL MAESTRO DELIBERADOR


Esto de la ética es muy delicado: hay muchas formas de hacerlo mal y pocas de hacerlo bien. Es muy frecuente en nuestro medio confundir la ética con cosas que no lo son. Por ejemplo, confundir ética con religión y considerar que cuando uno tiene creencias religiosas, ya tiene los problemas resueltos. O confundir ética con derecho, y cuando aparece un conflicto, correr a ver qué dicen las leyes. Hay aún una tercera confusión, en la que caen muchos médicos: la de pensar que un problema ético es siempre un problema técnico mal planteado; que basta con recurrir al conocimiento científico, por ejemplo a la medicina basada en la evidencia, para solucionarlo, cuando no es así.
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Vivimos en una cultura centrada en el bienestar. La propia OMS define la salud no como la ausencia de enfermedad, sino como “un estado de perfecto bienestar físico, mental y social”. Nuestra cultura ha optado por el bienestar como criterio, y el dolor, qué duda cabe, es un elemento perturbador. Pero el bienestar es un ideal, como la felicidad. Que se trate de incrementar el bienestar está bien, pero pensar que se puede lograr completamente es una ilusión que puede llevar a grandes fracasos. Lo que hay que buscar en la vida es un prudente bienestar, poder llevar a cabo tus objetivos de vida de modo razonable. Lo demás es imprudente. Somos la primera generación con una esperanza media de vida de 80 años. Creo que es un tiempo razonable para llevar a cabo los objetivos de vida.

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